lunes, 31 de diciembre de 2012

Te deseo

Adornos navideños bordados a punto de cruz blanco sobre rojo
Adornos navideños
Te deseo primero que ames,
y que amando, también seas amado.
Y que, de no ser así, seas breve en olvidar
y que después de olvidar, no guardes rencores.
Deseo, pues, que no sea así, pero que sí es,
sepas ser sin desesperar.


Te deseo también que tengas amigos,
y que, incluso malos e inconsecuentes
sean valientes y fieles, y que por lo menos
haya uno en quien confiar sin dudar.


Y porque la vida es así,
te deseo también que tengas enemigos.
Ni muchos ni pocos, en la medida exacta,
para que, algunas veces, te cuestiones
tus propias certezas. Y que entre ellos,
haya por lo menos uno que sea justo,
para que no te sientas demasiado seguro.

lunes, 24 de diciembre de 2012

Canción de Navidad

Salón amigurumi con decoración navideña
Salón amigurumi con decoración navideña
¡Sí!, y la columna era suya, de su propia cama, y suya era la habitación. ¡Pero lo mejor de todo es que el tiempo que le quedaba por delante era su propio tiempo y podía enmendarse!


Mientras gateaba para salir de la cama, Scrooge repetía «Viviré en el Pasado, el Presente y el Futuro. Los tres espíritus del tiempo me ayudarán. ¡Oh, Jacob Marley! El Cielo y las Navidades sean loados! ¡Lo digo de rodillas, viejo Jacob, de rodillas!»


Estaba tan alterado y tan acalorado con sus buenos propósitos que su quebrada voz apenas le salía. Durante un conflicto con el espíritu había sollozado violentamente y su rostro aún seguía humedecido por las lágrimas.


«¡No las han arrancado!», exclamó Scrooge acunando en los brazos una de las coronas de su cama, «¡no las han arrancado con anillas y todo. Están aquí; yo estoy aquí y se disiparán las sombras de las cosas que podrían haber sucedido. Sí, se desvanecerán, lo sé!»


Todo este tiempo tenía las manos ocupadas en hurgar sus ropas, volviéndolas al revés, poniendo lo de arriba para abajo, arrancándolas, poniéndoselas mal y haciendo con ellas toda clase de extravagancias.


«¡No sé qué hacer!., decía Scrooge llorando y riendo al mismo tiempo, y haciendo con sus calzas una perfecta representación de Laoconte. «Me siento tan ligero como una pluma, tan feliz como un ángel, tan contento como un colegial. Estoy tan embriagado como un borracho. ¡Feliz Navidad a todos, feliz Año Nuevo para el mundo entero! ¡Hola eh! ¡Yuupy! ¡Hola!»


Entró en el salón brincando y allí se quedó de pie, completamente enredado.

jueves, 6 de diciembre de 2012

La sirenita

Sirena de punto de cruz. Diseño de Mirabilia.
Sirena de punto de cruz

 Desde que supo dónde residía el príncipe, se dirigía allí muchas tardes y muchas noches, acercándose a tierra mucho más de lo que hubiera osado cualquiera de sus hermanas; incluso se atrevía a remontar el canal que corría por debajo de la soberbia terraza levantada sobre el agua. Se sentaba allí y se quedaba contemplando a su amado, el cual creía encontrarse solo bajo la clara luz de la luna.

Varias noches lo vio navegando en su preciosa barca, con música y con banderas ondeantes; ella escuchaba desde los verdes juncales, y si el viento acertaba a cogerle el largo velo plateado haciéndolo visible, él pensaba que era un cisne con las alas desplegadas.

Muchas noches que los pescadores se hacían a la mar con antorchas encendidas, les oía encomiar los méritos del joven príncipe, y entonces se sentía contenta de haberle salvado la vida, cuando flotaba medio muerto, a merced de las olas; y recordaba cómo su cabeza había reposado en su seno, y con cuánto amor lo había besado ella. Pero él lo ignoraba; ni en sueños la conocía.

Cada día iba sintiendo más afecto por los hombres; cada vez sentía mayores deseos de subir hasta ellos, hasta su mundo, que le parecía mucho más vasto que el propio: podían volar en sus barcos por la superficie marina, escalar montañas más altas que las nubes; poseían tierras cubiertas de bosques y campos, que se extendían mucho más allá de donde alcanzaba la vista. Había muchas cosas que hubiera querido saber, pero sus hermanas no podían contestar a todas sus preguntas. Por eso acudió a la abuela, la cual conocía muy bien aquel mundo superior, que ella llamaba, con razón, los países sobre el mar.