martes, 14 de agosto de 2012

Delicadas kokeshi

Kokeshi amigurumi
Kokeshi amigurumi

Sachi jugaba a emparejar conchas con la princesa Kazu. Arrodillada enfrente de ella, con las manos entrelazadas sobre el regazo y con la vista fija en el suelo en actitud de modestia, oyó el susurro de la seda cuando la princesa se recogió con languidez la larga manga de la túnica y metió la mano en la caja lacada con incrustaciones de oro que contenía las conchas. La princesa pasó los dedos por las pequeñas y secas conchas, y se oyó un débil repiqueteo. Cogió una y la puso boca arriba sobre el tatami. Sachi se inclinó hacia delante. En el interior de la concha, pintado sobre un fondo de pan de oro, había todo un mundo de nobles y damas en miniatura.

Había otras conchas, boca abajo y ordenadas en hileras, entre las dos mujeres. La princesa cogió una y miró en su interior.

Kokeshi amigurumi verde
Kokeshi amigurumi verde
—¿Por qué tengo siempre tan mala suerte? —preguntó arrojando la concha con fastidio—. Si al menos fueran conchas de olvido... Entonces quizá podría olvidar. —Y recitó en voz baja un poema:

Wasuregai / No reuniré
hiroi shi mo seji / conchas de olvido,
shiratama o / sino perlas,
kouru o dani tno / recuerdos de
katami to omowan / mi antiguo y precioso enamorado.

Kokeshi amigurumi rosa
Kokeshi amigurumi rosa

Sachi la miró de soslayo. Pensó en las historias que había oído; decían que habían obligado a la princesa a ir a Edo y a casarse contra su voluntad con el shogun, y que antes de eso había estado comprometida con un príncipe imperial. Pero todo eso había pasado mucho tiempo atrás. ¿Por qué Su Alteza seguía aferrándose al pasado? ¿Por qué Su Alteza estaba siempre tan triste?
 «La última concubina». Lesley Downer.

Detalle del tocado de kokeshi amigurumi rosa
Detalle del tocado de kokeshi amigurumi rosa

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