Pareja de conejitos amigurumi |
Era la hora de dormir. La liebre pequeña se agarraba
fuertemente a las orejas de la gran liebre.
Quería estar segura de que la liebre grande la escuchaba.
“Adivina cuánto te quiero”, le dijo.
“¡Uf!, no creo que pueda adivinarlo”, contestó la liebre
grande.
“Así”, dijo la liebre pequeña abriendo los brazos todo lo
que podía.
La gran liebre tenía los brazos aún más largos: “Pues yo te
quiero así”, le respondió.
“¡Umm…, cuánto!”, pensó la liebre pequeña.
“Yo te quiero hasta aquí arriba”, añadió la liebre pequeña.
“Y yo te quiero hasta aquí arriba”, contestó la liebre
grande.
“¡Qué alto…! ¡Ojalá yo tuviese brazos tan largos!”, pensó la
liebre pequeña.
Pareja de conejitos amigurumi. Detalle de la cola. |
Entonces tuvo una idea: se puso boca abajo apoyando las
patas sobre el tronco de un árbol.
“Te quiero hasta la punta de mis pies”, dijo.
“Y yo te quiero hasta la punta de tus pies”, dijo la liebre
grande alzándola por encima de su cabeza.
“Te quiero todo lo alto que pueda saltar”, se reía la liebre
pequeña, dando brincos arriba y abajo.
“Pues yo te quiero todo lo alto que pueda saltar”, sonrió la
gran liebre. Y dio tal brinco que sus orejas rozaron las ramas de un árbol.
“¡Qué salto!”, pensó la liebre pequeña. “¿Cómo me gustaría
saltar así!”.
“¡Te quiero de aquí hasta el final de aquel camino, hasta
aquel río a lo lejos!”, gritó la pequeña liebre.
“¡Yo te quiero más allá del río y de las lejanas colinas”,
dijo la liebre grande.
“¡Qué lejos!”, pensó la liebre pequeña. Tenía tanto sueño que
no podía pensar más.
Entonces miró por encima de los arbustos, hacia la enorme
oscuridad de la noche. Nada podía estar más lejos que el cielo.
“Te quiero de aquí a la LUNA”, dijo, y cerró los ojos.
“Eso está muy lejos”, dijo la liebre grande. “Eso está
lejísimos”.
La gran liebre acostó a la liebre pequeña en una cama de
hojas. Se quedó a su lado y le dio un beso de buenas noches.
Luego se acercó aún más y le susurró con una sonrisa: “Yo te
quiero de aquí a la luna… Y VUELTA.”
«Adivina cuanto te quiero.» Sam McBratney. Ilustrado por Anita
Jeram.
Son muy dulces los conejitos. Los disfrutara mucho esa personita que estamos esperando y que ya queremos... de aqui a la luna y vuelta!!!
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